Mi compañero Cedrick Dalla me ha enviado un romance que recopiló en Jinotega y aquí lo quiero compartir con vosotros.
EL CUARTETO DE CUERDAS DE LA MONTAÑA Y EL RÍO
Ambrosía en su casa fortificada
contra Carulo, por su vida apuesta,
su fortuna juegan los dos hasta la noche
Y, Satán, solo ve, por mayor placer tomar,
Carulo al vino tinto por doquier.
Con desdén, Carulo pierde el hilo
Que pierde una hacienda, y otra;
Como si fuera un doblón desdeñado
y, calma, cuando la bella dama pierde
deja impávida besarse en su mejía rosa.
Del placer del enamoramiento y el licor
Carulo bebe y besa sin seso el embeleso
toma y traga por el vino, ya turulato cae.
Suenan extraños Jamaquellos,aquellos
Violín, viola violoncello, con trabajo
Los que vienen jadeantes de las colinas
Desparramadas por la bruma candorosa
Entre la montaña fría y el río del este
Ambrosía le muestra su escote rosa
Generosos pechos del ido amor,
Sobrina de Epifanio el Poderoso.
Sin resistir, cautivada por ensueños
Carulo, más por sus torpes juegos
Que por ser fácil el día de san Juan
no quiere la dulce doncella
que cortando fucsias y gazanias
aquellas que Pedrón le enseñó a cultivar,
A tañer la mandolina y la bandurria como diosa
en la huerta de su padre Epifanio el Poderoso.
Cerró los ojos asustada, quedóse viendo
¿El monje prieto, será Pedrón el carnicero?
Ella dijo, tristura será mi vida sin atino
Las lágrimas de su llanto en desatino
en la jacha de Carulo dan y requedán.
Con miedo recuerda a Epifanio
el descoyuntador de pretendientes
y empezó con harto dislate a fablar:
-¿ A qué le temes tierna Ambrosia?
¿A tu padre que es maldoso?
¿Qué disparate te ha a fecho pesar?
Si os enojaron mis modos
No temas, los faré cambiar,
O, si por ley o por acaso, fuesen otras
las vuesas esperanzas haré amansar,
farélas bien castigar hasta morir;
y si tengo que cabalgar de nuevo
Nuevas conquistas yo faré,
Mis monedas son armas y doblones,
mi descanso al negociar, refulgen
compro almas muertas y olvidadas
Mi lecho, Carulo Carevaca Desgraciado
a veces es arena de fuego, como antivar
No sepa yo, ni dormir, siempre velar.
Ni comer, siempre ayunar, onde llorar
Ni los mandedes matar,mostrenco
ni menos las mis doncellas,de mi jardín
por mi alma reciban mi perdón;
vos cumple de conquistar con plata,
Empero de este sentimiento, al viento
Y yo, para qué te voy a engañar Carulo
quiero vos decir verdad sin disimulo
que por las colinas brumosas, aquellas
Un jinete negro y sombrerón vi asomar,
el cual pienso en mi insanía y dislate
es la figura de mi difunto esposo,
que raudo me viene a rescatar
Mi amado a quien juré serle fiel
Aún después si no de la muerte.
Oyendo como loco tal argucia
Carulo alzó su daga de sangriento acero
Era el mismo loco gadareno anacoreta
la suya mano blandiendo acero,
pero la sombra del rocín en la ventana
y la coyuntura del difunto por el salón,
Un tremebundo moquete le dio a Carulo;
que teniendo los dientes completos
de sangre no distinguía tan siquiera uno,
Sin poder fablar, con señas amañadas
Mandó a que sus porteros fusileros
la llevaran a degollar, hasta el lago
en aquel mismo lugar, sobre barcaza.
allí do viera hundirse su amado,
En el mero profundo y fiero Xolotlán
Al tiempo de la su muerte no sentida
estas sentencias fue a fablar:
-Yo quiero y muero como rio en mar,
Tornan tiernos los extraños Jamaquellos
Violín, viola violoncello y lo que quiero
Ya que mis deberes son regla de observar
Por donde mi amor está, allí es que muero.