Dura es la vida, para quien la mece,
mientras los ojos no vean, el camino que rece
lo que su corazón siente latente
y los suspiros acompañan el presente.
Con ahínco imploro en mi ausencia,
aquella luz tenue que penetraba indispuesta
a través de su mirada siniestra,
de su sonrisa desierta.
Aquellos brazos cálidos
que me acurrucaban inválidos
en busca de una justa verdad,
su propia verdad.
Y ahora presiento con duelo
el dolor que implora su sombra,
su dulce sonrisa y aquel susurro
que en la noche me imaginaba.
Maria jose
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